Tener el control

10 08 2010

Le tranquilizaba tener el control. Incluso antes de la enfermedad, en el cajón de la cómoda nunca habían faltado preservativos y tranquilizantes. Por si acaso, siempre por si acaso. Hubo un tiempo en que los anticonceptivos ganaban por goleada a las pastillas, ahora estaban todos empatados a doce. Intuía, resignado pero tampoco abatido, que no habría necesidad de comprar más condones, una docena sería suficiente para acabar sus días. Después pensó que no quería morirse desperdiciando nada y se dijo que la noche que gastara el último se tragaría la tableta de medicamentos entera. Le tranquilizaba tener el control y, además, qué coño, era un rata.